LOS INICIOS

Hace mucho tiempo que quiero ser madre. Supongo que es un instinto natural en las mujeres, el famoso "reloj biológico" que va corriendo y en un momento determinado, se hace casi urgente. En mi caso hacía ya muchos años. Sin embargo, no quería tener un hijo sin un padre. Y por supuesto, sin un padre adecuado. Las creencias a veces nos hacen decir cosas como ésta, aunque la expresión "un padre adecuado" sea a menudo complicada de evaluar...
Ahora es el momento, me dije hace ya casi 4 años. Ahora tengo a mi lado a un hombre al amo (Nico) y con el que creo que puedo formar mi anhelada familia. Y ahí nos topamos con la realidad. Los hijos no vienen.
¿qué hacemos?
Lo primero fue hacerme una revisión ginecológica. Todo bien. Suficientes reservas de óvulos, buen moco, trompas permeables, todo lo físico parece estar bien. Los espermatozoides se mueven bien por mi moco. La muestra seminal parece suficientemente buena (aunque nunca hacen afirmaciones muy claras al respecto). La ginecóloga nos propone unos ciclos de Inseminación Artificial (IA). En principio, no hay ningún aspecto de infertilidad que impida un embarazo, así que una pequeña ayudita tiene que funcionar.
La ginecóloga es un amor, muy cariñosa, muy positiva.
Empezamos con una medicación suave, solo para asegurar que la ovulación es correcta, una mejora en la muestra de semen para que solo queden los más rápidos, los más fuertes... en fin, facilitar al máximo el proceso.
Empiezan los pinchazos. Normalmente me pincha Nico. Aunque algunas veces él no está y me tengo que pinchar yo sola. ¡¡Qué difícil me resulta eso!! Es increíble cómo soy casi incapaz de clavarme una aguja a mi misma. A veces tengo que clavarla 3 o 4 veces hasta que acierto...
Primer ciclo de IA. Todo está perfecto. Mi óvulo está en su sitio, grande, bien vasculado (todo eso según dice la doctora). Tenemos muchas posibilidades.
Volvemos a casa, con esa sensación de miedo-respeto-emoción extraña, intentando mantenernos en el coche casi en horizontal para que "no se caiga". Y empieza la progesterona y la cuenta atrás.
Te recomiendan todos (la doctora, los foros, la familia no porque no he contado nada todavía): intenta no pensar en ello. Pero eso es realmente difícil. No pensar en algo que para ti es tan importante... no pensar en algo cuando tienes que estar todas las noches con la medicación...
La doctora dijo: si cuando se acabe la caja de las pastillas (de progesterona) no has comenzado a sangrar, es que estás embarazada.
Cada día cuento las pastillas que faltan, los días que faltan. No pienses en ello. Pero ¿cómo no hacerlo? La caja de pastillas se va terminando. Ya solo quedan 3, 2, 1. Se han terminado las pastillas. ¿estaré embarazada? Me da una terrible migraña. No me haré la prueba, esperaré hasta mañana a ver. Y esa noche, empiezo a sangrar. Ya me había hecho la ilusión... Primera vez que falla. Llamo casi llorando a la ginecóloga. No ha funcionado. Bueno, no te preocupes, lo seguiremos intentando, a veces hay que estimular un poquito al cuerpo para que "se ponga las pilas".
No puedo describir con palabras la sensación que produce ese sangrado. Tal vez solo las personas que han pasado por ahí pueden entenderlo.
Debo decir que hasta ese momento no había tomado conciencia de que podía no ocurrir, de que existe la posibilidad de que no me quede embarazada. De que no todo el mundo lo consigue.
Empiezo a leer en los foros, buscando una posible explicación, un consuelo, alguien a quien le haya pasado lo mismo. Miles de entradas, miles de mujeres expresando sus miedos, sus ilusiones, sus expectativas. Curiosamente, se mezclan las mujeres que anhelan un embarazo con las que lo temen...extraño mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario