LA RECTA FINAL

Tenía las expectativas de que en cuanto pudiera cogerme la baja podría hacer todas esas cosas que siempre están pendientes... Desde renovar el permiso de conducir y el DNI, hasta salir a comprar algunas cositas para los bebés (hasta ese momento no tenemos absolutamente nada), pasando por quedar con algunas personas para compartir mi alegría.
Intento hacer algunas cosas sencillas como pasear, pero todo me empieza a resultar muy cansado.
Pero la barriga ya empieza a pesar mucho. Y el hierro no sube. El cansancio se hace tremendo, me empieza a imposibilitar el movimiento. Y el dolor en la costilla se hace a ratos totalmente insoportable.
Decido ir a un osteópata (Gastón Santacecilia), que con una sola sesión me alivia muchísimo el dolor de la costilla. Por primera vez puedo descansar una noche sin el dolor.
Sin embargo, tomar el metro se me torna casi imposible, y más aún un trayecto de casi una hora hasta su consultorio. El calor empieza a apretar. La barriga está bastante grande. Diría que inmensa si no hubiera visto que todavía podía crecer mucho más...
Cada vez me siento más cansada. Me cuesta un triunfo hacer las pequeñas cosas de casa, cocinar, lavar la ropa...
La ginecóloga dice que estoy perfecta (ginecológicamente), que siga haciendo lo que estoy haciendo. Los niños están creciendo muy bien. Van a ritmo como si solo hubiera uno. Percentil 70!!
Me dice "a partir de ahora eres una incubadora". No salgas mucho, no camines mucho (bueno, eso es obvio porque aunque quisiera no podría). Solo comer, descansar, estar emocionalmente tranquila...
Las clases de preparación para el parto... bueno, llegué tarde. Cuando las quise pedir, estaba en la semana 26. Pero ya no tenía autonomía para ir en transporte público a ningún lugar. Empiezo a quedarme en casa. A pedir que Nico vaya a comprar o hacer la compra por Internet.
Me quedé sin clases pre-parto, y sobre todo, sin la posibilidad de compartir con otras embarazadas este precioso momento. Así que cualquier persona que venía a verme se veía sometida a un discurso sobre el embarazo....
En el mes 7 ya no podía hacer nada. A finales de ese mes, coincidiendo además con una ola de calor, me traslado a casa de mi madre. Ahora sí soy una auténtica incubadora, sin nada más. Apenas duermo 2 horas, pero igualmente me siento muy feliz. Bueno, para ser honesta, estoy como en una especie de "nirvana", de estado de no-mente, y por tanto, de no-emociones.
Completamente ausente de mi misma pero completamente conectada a la vida. Pendiente de los movimientos de los chicos, que hacen que contemplar mi barriga sea la ocupación principal, el mayor divertimento, me quedo hipnotizada viendo pies, rodillas, codos, culitos, moviéndose por mi barriga, interactuando entre ellos.
Desde "el principio", los dos están en posición cefálica, es decir, cabeza abajo. Uno de ellos, "mi media barriga izquierda" está más abajo, como si tuviera prisa por salir. El otro, "mi media barriga derecha" sube y baja a su gusto, moviéndose como una lagartija. A veces sube hasta la costilla, la que me duele tanto...
Y llega un día en el que siento que no puedo más.
Estoy tan cansada y tan molesta que ni siquiera me atrevo a ir de urgencias por no pasar el trago de ir hasta allá y que me manden para casa porque no estoy de parto.
Llamo al hospital. Pregunto por el médico de urgencias. Le explico: estoy de 36 semanas y 3 días, gemelos, cada uno de ellos tiene un peso estimado de 3Kg y yo no puedo más. ¿qué puedo hacer? El médico suelta una risita de sorpresa, y me convence de que espere todo lo que pueda, que a partir de la semana 37 (independientemente del peso) los bebés dejarán de considerarse prematuros y no me los quitarán. Eso resulta suficiente para convencerme de que es mejor así.
Espero, cada día es una espera heroica. Acepto la incomodidad. Recuerdo los años practicando yoga y meditación. Me desidentifico del cuerpo. Acepto el dolor. Espero. Me concentro en mi corazón. En los movimientos de mis bebés. En mi respiración. Acepto la espera. Me concentro en la fuerza de voluntad que viene del amor a esos pequeños seres que aún no han nacido. Espero. Acepto. Respiro.