EL PRIMER TRIMESTRE

Hubo que esperar unos días para hacer la primera ecografía. Fue increíble. Ver esas dos cositas de apenas 2mm latiendo como un caballo desbocado. Tremendamente emocionante.
Físicamente estoy algo fastidiada. De nuevo un poco de Síndrome de Hiperestimulación Ovárica me tiene hinchada y dolorida, pesada.
Empiezan a darme cólicos de gases. Algo realmente fastidioso. Sobre todo el primero que me dio, que fue muy fuerte y me pilló desprevenida. Al principio no entendía que era ese dolor tan intenso en el vientre. Hasta que me di cuenta de que eran gases. Aproveché la postura de yoga para eliminar los gases, y la cosa mejoró.
Y de nuevo empecé a tomar el Cloruro de Magnesio que habitualmente tomaba todas las noches, y que había dejado de tomar en este último mes. Eso fue definitivo. No volví a tener ni un cólico, ni tuve jamás calambres, y conseguí librarme del estreñimiento intestinal que ya había comenzado.
Me sentía bien, anímicamente exultante. Físicamente un poco fastidiada. Tenía muchos ascos. No vomitaba casi nunca (alguna vez que cené sin hambre), pero me daba mucho asco el olor de la comida. Tanto es así que cocinar se convirtió en un auténtico suplicio. Me convertí en la reina de la cocina pre-cocinada y de los congelados, lo único que podía permitirme preparar una comida en 5 minutos y no morirme de asco con los olores.
Tenía hambre, pero tampoco mucho más de lo habitual, tal vez a media mañana.
Poco a poco me fui adaptando a esta nueva situación. Me sentía emocionalmente tan feliz, tan dichosa, tan radiante que la incomodidad física pasó a segundo plano.
En el trabajo tuve la suerte de que me comprendieran y respetaran que no siempre podía rendir a tope. Además, tuve que cambiar de puesto de trabajo por "prevención de riesgos laborales", lo cual hizo que mi ritmo bajara mucho, puesto que en el nuevo puesto no tenía tantas cosas que hacer.
El tiempo pasó rápido. Mi barriguita incipiente iba creciendo muy rápido. O al menos eso me lo parecía a mi. Habitualmente soy muy delgada, mi vientre totalmente plano, casi se notan las crestas ilíacas. Ahora tenía una barriguita. Para mí era una barrigota. Para el resto del mundo pasaba desapercibida.
Me gustaba esa sensación de "guardar un secreto". Caminaba por los pasillos del trabajo como si supiera que tengo un tesoro y que casi nadie sabe.
Igualmente decidí compartir mi alegría muy pronto en el trabajo, entre otras cosas por lo comentado anteriormente, tenía que cambiar de puesto por riesgos en la salud de los bebés y de mí misma.
Lo más importante en este trimestre para mi fue la adaptación al malestar del estómago, que me duró poco más de dos meses. Y al insomnio. Empecé a no dormir apenas. Eso si me resultó bastante terrible, porque normalmente soy de buen dormir. Me sentía como agotada, y a la vez me ponía nerviosa no dormir. Entré en ese bucle en el que no te duermes porque estás pensando en que no te puedes dormir... Igualmente tocó acostumbrarse. Tomé SEDATIFF, un remedio homeopático que me permitía dormirme un rato cuando lo tomaba, y también gotas de passiflora, para poder compensar una especie de ansiedad que me surgía por la mañana, y que se supone que era hormonal...

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